martes, 14 de febrero de 2017

Iglesia de Santiago

Allí estaban, frente a frente de nuevo Tristán y Gervasio. Tristán no contaba en volver a estar con el viejo párroco de la iglesia de Santiago, en su entrada en ese submundo de lo oculto había conocido a aquel anciano de unos ochenta años pero que tenía la vivacidad, la energía y la ilusión de un crío de quince.

Había hablado con él para documentarse en temas de la Santa Compaña, de apariciones en el cielo de diversas luces y, sobre todo, de temas presuntamente jacobeos. En esto hacía especial hincapié Tristán, presuntamente, ya que era curioso que esas referencias jacobeas no llevasen nunca a Compostela y en cambio sí a Coruña, que nunca se caracterizó por tener buenas relaciones con lo eclesiástico. La aparición en la zona del golfo Ártabro de esas marcas, de esas piedras, de esas señales, eran algo que apasionaba a Gervasio y que le convertían en un crío; y mientras estaba frente a Tristán no dejaba de juguetear con una pequeña cruz de Santiago que usaba a modo de amuleto, tras reparar en que Tristán miraba a su especial amuleto no le quedó otra que romper el hielo.

- Sí, como bien sabes es una cruz y una espada - dijo Gervasio- y pocos lo saben pero podría herir por cuatro sitios: el filo y las tres puntas de su supuesta empuñadura. Párate a pensarlo - dijo ya entusiasmado Gervasio- , son cuatro zonas de herida y las señales son siempre cinco, está claro que solo algo ya marcado puede verse marcado de nuevo por la cruz jacobea.

Tristán lo escuchó y revivió, mil veces había repetido que la cruz-espada estaba relacionada, pero no le había hecho caso. La cuestión es que ahora ya había aparecido en la ecuación la cruz, y esto entusiasmaba a Gervasio, que veía que su teoría era correcta...o que al menos podía encajar en las dichosas marcas.

- Tenemos las marcas en las piedras, en las momias y ahora en el cuello de la chica; y, además, ahora tenemos una cruz de Santiago, mi teoría era cierta - dijo Gervasio con quizá demasiada contundencia y demasiado optimismo.

Mientras lo decía volvía a entrar en los miles de ficheros jpeg que guardaba en su tableta, todos eran imágenes de las rayas cruzadas que se habían encontrado la otra vez...y ahora les había que sumar las nuevas. Era más información a incluir a la que ya ocupaba unos cuantos discos duros y toda una estantería con libros centenarios; Gervasio era un investigador concienzudo, y desde que vio en sus años de seminario un libro llamado "Las cinco marcas jacobeas" no dejó de investigar sobre ello, y en Tristán había encontrado un aliado.

- Te voy a dar una novedad que descubrí el otro día sobre esto; ve a la Iglesia de las Esclavas, allí guardan una imagen muy rara de apóstol que te sorprenderá, es curioso, fui desde pequeño a aquella zona muchas veces pero hasta ayer no reparé en ella - le dijo Gervasio.

Tristán iba a contestar a Gervasio cuando empezó a sonarle el móvil...lo cual no dejó de ser inoportuno ya que escuchar Nothing else matters en una sacristía no es muy habitual, y al coger el teléfono vio que era su amigo Alfonso que simplemente le dijo:

- Neno, ¿vienes mañana al fútbol o qué?.

Tristán contestó afirmativamente a Alfonso y pensó para si mismo: "perfecto, antes paso por las Esclavas, ¡a ver que encuentro en lo que me dice Gervasio".

Tras colgar le dijo a Gervasio:

- Venga, vámonos a La Bombilla, me apetece un corto y una tapa de croqueta.



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