sábado, 6 de mayo de 2017

Manuel Murguía

La cantidad de gente iba en aumento, y la calle Manuel Murguía estaba totalmente acordonada en el momento que Tristán salió de la Iglesia de las Esclavas. Mientras se dirigía a la entrada de la grada de Maratón donde estaba su peña fue pensando en lo que acababa de ver, ¿qué demonios pintaba una referencia al fútbol relacionada con la imagen del Apóstol?, ¿a dónde más le llevarían las dichosas cinco rayas cruzadas?, ¿cómo es posible que ahora no solo momias, sino también vivos, aparecen con esas rayas?; la verdad es que las cosas vistas durante las últimas horas habían hecho que volviese a emocionarse con el misterio que cambió su vida, y de paso que dejase de autocompadecerse por pasar a ser un mono de feria y no un prestigioso columnista.

En esto estaba Tristán, esquivando gente, cuando recibió una llamada en su móvil, cuando miró quien le llamaba vio que era Pedro Carballo, el director del famoso programa radiofónico "El compás aéreo", que era a día de hoy lo más de lo más de la radio de misterio española...¡y siendo un podcast!.

- Hola Pedro - contestó Tristán -  me pillas a punto de entrar en mi vicio social confesable, el Dépor, ¿qué tal estás?

Desde el otro lado de la linea Pedro Carballo, que a pesar de su galaico apellido era nacido en Treviño y tenía un brutal acento vasco, pese a afirmar que él era burgalés (lo cual era un caos  de apellidos, acentos y pertenencia), le contestó con su energía habitual.

- Tristán, majo, que me ha llamado Gerva, ya me ha contado que el tema jacobeo ha vuelto. ¡Quiero que me mantengas infirmado de todo!, ¡esto huele a programón!, En cuanto avances me llamas y empezamos a grabar pues.

La sorpresa se plasmó en la cara de Tristán mientras esquivaba a un par de "nenos" que iban cantando, vaso de litro en mano, "Cómo me voy a olvidar, el Deportivo ganó la Liga, Cómo me voy a olvidar, fue lo mejor que me pasó en la vida"; y la mezcla de ese recuerdo del 2000 y la energética llamada de Pedro convirtieron esa cara de sorpresa en una sonrisa...extraña en Tristán.

- Perfecto Pedro, ahora tengo que entrar en el campo, pero oye gracias por la llamada,ya sabes lo que me anima que te acuerdes de mi.

- De nada señor Grandal, ya sabes que cuento contigo - le dijo Pedro -, hablamos y, como decís por ahí y no sé el motivo de esa aberración lingüística, abur; coño que mis vecinos lo dicen bien ¡y es con G!. Hala ¡nos vemos! jajajaja,

Y con esta despedida tan de Pedro acabó la conversación. Tristán se reía y se dirigía a la esquina de Tribuna con Maratón, cuando una sombra oscura se abalanzó sobre él; su reacción instintiva fue intentar librarse de esa pequeña sombra de como un metro setenta y que tenía una respetable fuerza, pero justo cuando pudo ver la cara de ese ente oscuro vio la sonrisa del padre Sabido, el párroco del Dépor.

- Padre Sabido - dijo Tristán  riéndose mientras se desembarazaba de ese padre cincuentón pero sorprendentemente fuerte, con un físico más de leñador canadiense bajo que de un cura nacido en Arzúa - hoxe vin a tantos curas que creo que teréi que ir a unha misa neghra para atopa-lo equilibrio, ou iso un comeza a pagharme uns viños ó remata-lo partido. Non se me bote enrriba así que un día inda lle vou dar unhas dun lado e outras doutro.

- Mira neno -  dijo Sabido partiendose de la risa-  chamáronme Gerva e Cova para contarme as túas lerias, e coma xa viche-lo Apostolo das Escravas temos que falar -  ahí ya Sabido se puso serio-. Por iso douche dúas novas; a boa é que hoxe vas entrar pola porta do palco de autoridades do estadio, a mala é que non vera-lo Dépor, vas estar falando comigho do tema das marquiñas, que algho me contou o meu predecesor no posto.

Tras lo cual el Padre Sabido cogió por el hombro a Tristán, y mientras se reían y este último avisaba a su peña e que no iría con ellos, y se dirigieron hacia la puerta 0 del estadio de Riazor.


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